domingo, 13 de noviembre de 2011

More than best friends - Chapter 4


Cualquier persona a la que él se refiriera cariñosamente, que no fuera ella, dañaba un poco más su delicado corazón, un detalle que jamás había notado, jamás hasta ahora. Sus labios a centímetros nada más, se acercaban a cada momento siguiendo un compás, tan cercanos que ambos llegaban a sentir la tibia respiración del otro... La luz que emanaba de él hizo que no lo dudara ni un segundo más. Sus ojos se cerraron lenta pero automáticamente, sus labios tan juntos como nunca antes. Y cuando estaban a segundos, del momento que esperaba hace tanto tiempo...aunque no lo supiera...algo perturbó ese tan imaginado instante...-


Mozo:- Disculpen...- en ese momento la cara de la joven se tiño de un color rosado que jamás había experimentado. La de él, estaba totalmente colorada, nunca en esos largos años de amistad lo había visto ponerse así-
Dos chocolates calientes! algo mas que les pueda ofrecer?- para ese entonces nuestros rostros habían retomado su color habitual y con voz frágil como de preocupación, el chico despidió al mozo amablemente.
Pasaros un par de segundos mirándose fijo, pero fueron miradas tan profundas que parecieron durar horas. El que rompió el hielo, o al menos intentó, fue él-
El:- Ehmm… Bueno, yo… - Un intento de "explicación" trato de salir por su boca...pero las palabras se chocaban entre ellas mientras probaban abandonar ese sitio, y no le permitían armar una frase con coherencia -
Ella:- Vos...- Tratando de salir de esta incomoda situación, miró a su alrededor...ahí estaba, la puerta a la solución de, en este momento, su mas grave problema - ...me vas a esperar mientras yo, voy al baño – sonrió falsamente, tratando de disimular los nervios y la vergüenza. No por lo que estuvo a punto de pasar, sino por el incómodo momento que estaban pasando porque no había sucedido. Aun así, ella no estaba muy segura de como se iba a desenlazar luego la historia. Qué iban a sentir o qué iban a decir si pasaba. -
Él asintió con la cabeza y la muchacha giró sobre sus talones para dirigirse al baño. Ya ahí, se sentó en lo que parecía ser una mesada de mármol, donde también se encontraban las canillas. Sin poder impedirlo, lagrimas empezaron a caer de sus ojos sin razones muy claras. Unos minutos pasaron hasta que decidió lavarse la cara. se miró al espejo. En ese momento descubrió un brillo especial en su rostro...a simple vista se notaba que se sentía triste y angustiada, pero dentro suyo había calma, tranquilidad y un alivio inmenso. Sabía qué le pasaba y evidentemente a él le estaba pasando algo parecido. 
Se retocó suavemente el maquillaje y salió de su escondite temporal con destino a la mesa donde había estado sentada minutos antes. Lo miró, su mirada la cautivaba... Lo profundo de sus ojos verdes, la ternura de su sonrisa. Frente a él perdió el control, no soportó más estar junto a él y que no fuera de ella… No estar segura de que lo iba a ser. Tenía miedo de arruinar una hermosa amistad por esto, tenía miedo de perderle para siempre. Pequeñas gotas de tristeza intentaban no derramarse por su cara, pero llego el punto donde le fue imposible detenerlas....cayeron en seguidilla, humedeciendo cada una de sus facciones. Esta vez había encontrado el motivo exacto de sus lágrimas. Tenía esto que decirle y no sabía cómo. En ese momento pareció que él se olvido de lo que había pasado. Se acercó a ella y con su voz única y extremadamente dulce le dijo en susurros- 
El:- Shh... No llores que haces que se me parta el alma. Que pasa chiquita? - Cada una de sus palabras la aliviaba...en parte. Por otro lado la hacían sentir una terrible necesidad de decirle toda la verdad aunque pudiera causar el final de su amistad. No contestó su pregunta, y no lo iba a hacer por el momento. Él tomó de su bolsillo algo de dinero y lo dejó sobre la mesa, lo suficiente para cubrir lo que habían gastado, y a pesar de que ninguno había tocado las bebidas, le dio la mano para levantarla y dijo- Vení, vamos a caminar. - No podía negarse a nada que él le pidiera, menos si era algo que sabía, le iba a hacer bien, caminando creía poder llegar a aclarar sus ideas. Salir del lugar fue más fácil de lo que había sido entrar. Caminaron por la orilla del mar algo así como una hora, sin pronunciar ni una sola palabra respecto a nada. Cuando ya estaba completamente recuperada, siguieron un par de metros más, hasta que en la despreocupación de la morena hacia cualquier cosa que la rodeara, una piedra enterrada la enfrento y tropezó. Al ser lo más cercano a ella, tuvo el acto reflejo de sujetarse de él. No sirvió de mucho, ninguno se lo vio venir, y nuevamente terminaron en la tibia arena.

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