martes, 22 de noviembre de 2011

Cantar.

Necesito cantar, tengo demasiadas ganas de cantar. ¿Por qué me gusta tanto? Creo que es la mejor forma de descargarme, de sacar afuera todo eso que me hace mal, al menos para destencionar. La verdad no sé si será la forma correcta, no sé si no sería mejor hablar con alguien, pero es el único método que conozco, lo único que puedo hacer estando feliz o destrozada sin que nadie me cuestione nada. Quiero cantar porque me siento mal, o bien, pero creo que más mal que bien y no se qué hacer. Extraño esa sensación de libertad al cantar con furia y pasión. Sólo estar en un escenario, para mí es el cielo, es la gloria. Me siento mas fuerte cantando esas canciones que dicen todo lo bueno o malo que siento en forma de grito, queja o emoción, que cualquier día físico y real de mi vida. Siento que soy insignificante, que no ocupo parte de los pensamientos de nadie, que estoy por estar, que no sirvo para nada, que no modifico nada y me vuelve loca ser yo. Y quiero volver a ser esa otro yo, mi yo frenético y feliz que salta, corre y canta todo el tiempo, que está totalmente loca y le importa un cuerno lo que piensen de sus actos. El problema surge cuando ese yo alegre se junta con la yo deprimida y no soy capaz de entender qué carajo es lo que me pasa. Supongo que en parte tiene que ver con la ciclotimia que va evolucionando. La verdad, no entiendo una mierda. Me gustaría que me escuchen, que me vean, pero no sé bien quienes, no sé quienes son los que realmente me importa que estén en todos los sentidos, y quienes son por los que me hago mala sangre sin sentido. Sólo sé que quiero volver a estar constantemente bien, y que necesito cantar.

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