martes, 22 de noviembre de 2011

Dar vueltas no lleva a ningún lado.

No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí querida, pero no me refiero a ese afecto que está inconstante, como un amigo que te viene a visitar o el que se presenta en la salida de un sábado. No, me refiero a ese cariño incondicional, el que es tan fuerte, tan real, tan diferente, que se siente a pesar de las distancias o peleas, sin importar los celos o las otras compañías. Extraño tanto esa sensación, y es tan lejana que casi la olvido, casi no la recuerdo. Uno siempre se queja cuando tiene el corazón roto o en proceso de, y pide no querer a nadie, no sentir, olvidar para estar bien. Y así generar ese patético "me gusta ser soltero/a". Realmente es disfrutable, pero no lo prefiero antes de tener a alguien con quien pasar mis días, no me refiero a un novio, porque creo que los títulos sólo traen responsabilidades, pero si las cosas funcionan se puede ver. Ahora, uno también se queja cuando esa situación llega, cuando pasa el tiempo y las heridas se curaron, el corazón olvidó y está tranquilo. Entonces empieza a extrañar esa sensación de deseo por alguien, incluso llega al punto de extrañar el dolor que genera el rechazo o la indiferencia. Así llego a la conclución de que el ser humano es jodido y rebuscado, que siempre quiere lo que no tiene, que siempre espera más, o menos, irónicamente. No me creo del montón, no me creo tampoco la más especial, solo diferente. Siento la necesidad de desear a alguien lo suficiente como para "sufrirlo" pero no ese dolor insoportable que me tocó sentir en su momento, algo manejable. El vacío que me produce no buscar a nadie, no persuadir, no conquistar porque no quiero hacerlo, me vuelve loca. NECESITO ALGUIEN QUE ME PARCHE UN POCO Y QUE LIMPIE MI CABEZA. Sí, me fui de tema. Por ahora sólo puedo decir, que también extrañaba escribir. Me relaja y me saca de la cabeza ciertas cosas, me descarga. En fin, paz hermanossssss.

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