martes, 22 de noviembre de 2011

Expectation.

Tengo un montón de cosas en la cabeza, tengo un total desorden emocional. No sé cómo se van a desarrollar las cosas, ni que va a pasar de acá en más, ni cómo va a empezar mi año, el real, el de las responsabilidades, la rutina obligatoria, los horarios y los problemas. Últimamente los días son un poco grises pero de a poco todo va mejorando y volviendo a la normalidad, me preocupa todavía pero quiero tener la confianza puesta en que todo va a salir bien. Estoy necesitando de hacer algo; de leer, de dormir, de salir, de hablar, de bajar un cambio también. Por otra parte hay días o en su defecto, momentos de el día, donde no aguanto la idea de que falten dos semanas para empezar las clases. A la vez también no puedo esperar más para que empiecen. Hay tantas cosas que me intrigan. El primer de marzo empiezo el gimnasio y eso ya es algo, veremos cuánto dura. Quiero saber mis horarios, empezar el colegio y ver qué nuevos profesores incompetentes me van a tocar y si hay alguno que valga la pena. Ruego al cielo que me toque un horario de Ed. Física como la gente y no de cinco a seis de la tarde los martes y viernes porque otro año no lo soportaría. Quiero saber a qué colegio van a ir mis amigos, si tengo la suerte de que otra vez coincidan mis salidas con los recesos de la escuela de ellos. Sinceramente no empezó, y no sé por qué tengo la necesidad de que este año ya termine, y lo haga bien, perfectamente bien. Es como un mal presentimiento, ni siquiera eso, un presentimiento raro. O tal vez es sólo la presión de un tercer año que promete complicarme la vida y otra dosis de problemas para mi extensa lista que abarca de mil novecientos noventa y cinco al dos mil once. Creo que para estar tranquila necesito disfrutar estos últimos días de paz. Jugar a la Play, ver alguna película, tomar alguna merienda con él, dormir, leer, comerrezar y amar. Vos fumá Macarena, vos fumá que va a estar todo bien.

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