jueves, 20 de septiembre de 2012
Que aparezcas.
No sé si hoy, pero ¿me vas a querer? No tengo la fuerza para
seguir intentado cosas que de antemano sé que van a fracasar y tampoco creo que
pueda aguantar esa sensación de corazón partido que siempre quise que me
enseñen a sentir, como un simple acto de masoquismo, o en un modo no egoísta
con el mundo, para saber cómo se siente eso que todos alguna vez sintieron y
yo, no sé por qué, no. Sinceramente ya no tengo fuerza ni tampoco sé si tengo
valor para encarar nada, entonces realmente necesito saber si vale la pena,
sabiendo que a la larga o a la corta se va a terminar, pero que no voy a
arrepentirme. No puedo pedirte demasiado, no pretendo que seas un príncipe de
películas porque sé que esas cosas no existen, y tampoco podría retribuirlo. No
puedo pedirte que mi vida cambie radicalmente para bien a partir de tu llegada
ni que todos mis problemas desaparezcan por arte de magia porque no sos un mago
ni tenés la receta para la felicidad. Tampoco puedo reclamar tu libertad porque
ya no funciona para mí ese tema de pertenecer y poseer a otro, quiero que seas
libre porque es lo mejor que alguien puede tener, libertad sobre sí mismo. No
te pido tampoco que dejes de hacer todo lo que quieras hacer, ni que yo me
vuelva el centro de tu universo o mucho menos; nada más te pido que hagas lo
posible por quererme de verdad, y no lastimarme. También podría pedirte que
seas real, o que si existís aparezcas, te materialices en frente mío de la
forma que más te guste y formes parte de mi vida, aunque sea una parte
chiquita. Ya estoy cansada de escribirte tantas cosas dedicándole tanto tiempo
y no saber realmente si las vas a leer algún día, o si sabes que existo y que
te estoy esperando.
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